Muy
buenas a todos, hidalgos y damas, leales compañeros todos,
Me dirijo hoy a vosotros con varios
propósitos. El primero de ellos es poner de manifiesto algo que muchos de
vosotros ya habéis podido apreciar: que aunque Los Papeles del Alférez Balboa nunca se han ido realmente, bien
cierto es que están de vuelta y con una renovada fuerza e iniciativa,
manteniendo todas las cosas buenas que siempre los han caracterizado e
innovando en diversos aspectos para seguir mejorando y creciendo. Demostrando
que, al contrario de lo que algunos pocos pensaban, este juego y su afición
están más vivos que nunca. Y que así seguirá siendo mientras haya un brazo con
voluntad y fuerza para sostener la espada y una mano que pueda blandir una
pluma (que dicen, y dicen bien, es más fuerte que la espada) y, tintero
mediante, plasme, negro sobre blanco, en buen papel de a medio ducado la resma,
las aventuras y desventuras del Siglo de Oro.
Tras el prolongado y tortuoso
proceso de gestación del PAB4 (que fue tal; pero no creo que nadie pueda decir
que no mereció la pena la espera), la Vieja Guardia requirió dar licencia al
regimiento, mirar con perspectiva y restañar las heridas de la batalla.
Soldados veteranos y hechos a la batalla, sí, pero humanos a fin de cuentas
(bueno, en parte al menos). Y pocos, al final. Siempre ha habido grandes y
buenos colaboradores (y son ellos el espíritu de todo esto, algo sobre lo que
volveremos más adelante), a fe mía. Pero al final, la última línea de defensa
que ha mantenido el Aspa de San Andrés arriba, flameando al viento, a pesar de
los pesares, ha sido un reducido y osado grupo de valientes (quijotes, dirían
algunos) que, codo con codo, y después de rotas las filas, espalda con espalda,
no cedían un palmo de terreno. Ellos saben quiénes son, y creo que es de
justicia rendirles el homenaje que se merecen. Que estas palabras sirvan a tal
efecto.
Después, como todo buen soldado
viejo que vive lo suficiente, Antonio Polo tuvo a bien hacerme el tremendo
honor de pasarme el bastón de mando. Con media sonrisa esquinada, el muy
hideputa. “Veteranos a vanguardia”, mascullaba para sus adentros, fijo, carcajeándose
mefistofélicamente, mientras me otorgaba una merced que difícilmente podré
agradecerle lo suficiente. Y la terrible responsabilidad que conllevaba, claro
está. Pero no os preocupéis, que no anda muy lejos, ni mucho menos. Nunca cae
la fruta demasiado apartada del árbol, y a la sombra del mismo, en compañía de
Ricard, siguen ambos bien cerca del corazón del asunto. Donde no podrían sino
estar, por otra parte. Bien saben que no les queda sino batirse.
Así las cosas, y puesto que más
sabe el Diablo por viejo que por Diablo, siendo muy consciente de las
fortalezas y debilidades de los PAB, tuve claro lo que había que hacer. Cierto
es que muy probablemente jamás serán nuestras filas numerosas, en el sentido
que este adjetivo puede tener para las aficiones de juegos más comerciales y
que requieran de menos inmersión en la ambientación que éste. Pero sí tenemos
algo que otros no tienen, y es que esta época, esta temática, se vive, se
siente. Y voto a tal que es preferible un Tercio, un Último Cuadro de valientes
–ya fueren curtidos veteranos o bisoños apenas reclutados- entregados a la
causa que regimientos y regimientos, hordas, de otra ralea.
Así pues, convoqué a la Nueva
Guardia: un solventísimo grupo de oficiales, todos ellos veteranos curtidos en
mil batallas, con probada experiencia, valía y saber hacer, con un firme
propósito: levantar la bandera “PABesca” (no muy afortunado adjetivo, pero es
el que es) bien alta, donde todo miembro de la afición, viejo lobo o joven
cachorro, pudiera verla, inflamando de nuevo su espíritu hidalgo, recordándole
por qué luchamos. Llamar a la afición a filas, a pasar a vanguardia, a primera
línea, al son del redoble del tambor. El Tercio os reclama, señores soldados.
Pues eso es lo que somos: el Último Cuadro. Y dicho cuadro, el Tercio, lo somos
todos, absolutamente todos y cada uno de nosotros, desde el abigarrado general
a lomos de su caballo hasta el último y humilde pajecillo mochilero
forrajeador. Este orgulloso estandarte lo llevamos entre todos, y sin valientes
que la defiendan y fortalezcan, una rutilante enseña en medio de un cuadro
erizado de picas no es más que un paño rodeado de varas de madera. Tenemos los
medios, tenemos la entrega, tenemos la ocasión. En nuestras manos está no sólo
que todo esto siga vivo, sino la inmejorable oportunidad de llegar más lejos
que nunca hasta ahora.
Así pues, y dado que se trata de que nunca falten colaboradores y miembros de la afición que den el paso adelante para hacer que todo esto sea posible (pese a que exista y deba existir -como en toda organización- un grupo dinámico de oficiales que organice, coordine, se mueva y engrase la maquinaria), no cabe sino citar a quien lo dijo mejor que ningún otro, antes o después que él, John Fitzgerald Kennedy: “No preguntes lo tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”.
Y es que son muchas y variadas
las formas en las que cada “balboero” que se precie de tal puede colaborar. No
nos engañemos, no todos somos iguales: a cada uno se nos dan mejor unas cosas
que otras; y precisamente con aquello que mejor se nos dé podemos proveer de
picas, rodelas y arcabuces a nuestras filas. Y dado que de preguntarse qué
podemos hacer por el Tercio se trata, he aquí algunas ideas así, a bote pronto,
sin que esta enumeración tenga pretensión alguna de “numerus clausus”, ni mucho menos:
· Artículos de ambientación o con información sobre cualquier tema de la
época: pues nunca
se sabe demasiado de estos fascinantes tiempos.
· Reseñas de libros, películas, videojuegos, música, otros juegos de rol
o mesa, o cualquier otra cosa que tenga que ver con nuestro amado Siglos de Oro.
· Galerías de PNJs o PJs (históricos o no): para acrecentar la fauna de nuestras partidas.
· Crónicas de partidas: raro es que no tengamos más; máxime teniendo en cuenta los graciosos
descacharres y épicas situaciones que, sin duda, hemos vivido Jugadores y
Narradores en tantas y tantas aventuras…
· Aventuras y campañas: desde la más excelsa de las campañas creadas “ex profeso” para los
PAB hasta la más humilde de las aventuras “one-shot”
que hayáis escrito para jugar con vuestro grupo, todo tiene cabida aquí. Todos
tenemos aventuras que en su momento preparamos para ser jugadas; y aunque fuera
en “modo borrador” (sí, sí, todos conocemos a alguien que funciona así, no
miréis para otro lado), seguro no es nada que un ratito dedicado a ponerla “a
tono” no pueda remediar. ¿Qué mejor forma de enriquecer mutuamente nuestras
experiencias de juego que compartiendo con todos los compañeros los productos
de nuestra calenturienta imaginación? Difícilmente puedo hacer suficiente
hincapié en la importancia de este punto, porque me consta que si
consiguiéramos “reflotar” apenas la punta del iceberg que suponen dichas
aventuras existentes y no publicadas “oficialmente” en los PAB tendríamos
buenos materiales para proveer varios números de los PAB y enriquecer
largamente el acervo común alatristesco. ¿Y qué mejor indicador de que un juego
sigue vivo (y pueda seguir estándolo) que el hecho de que exista profusión de
aventuras del mismo? Permitid que los PAB hagan suyo el lema de la Real
Academia Española de la Lengua, pero respecto a vuestras aventuras: “Limpia, fija y da esplendor”.
“Canonicemos” las correrías que salieron de vuestro puño y letra, y que
vuestros PNJs vivan para siempre, jugados una y otra vez por propios y extraños.
Y sino que se lo pregunten a Itziar de Motrico…
· Curiosidades: tanto de la época como vividas en las partidas.
· Artículos sobre la teoría y práctica del rol: ¿Qué música utilizáis jugando
a “Alatriste”? ¿Cómo suelen resultar las partidas? ¿Qué técnicas narrativas o
utilidades prácticas creéis que facilitan el desarrollo de la partida en esta
ambientación y sistema de juego? Se trata de poner el “know how” propio en común, a fin de cuentas.
· Reglas, reglas y más reglas: siempre hay algo más que añadir, pues la
curiosidad y afán por la precisión histórica del “balboero” medio es insaciable,
insondable. Cualquier aspecto del mundo alatristesco está abierto a que lo
dotéis de un sistema coherente de reglas (a ser posible “respetuoso” con lo ya
publicado… o no, porque ¡nunca se sabe!) que nos ayude a todos a reproducirlo
de forma un poco más fiel cada vez.
· Nuevas ideas: pues nunca una buena idea está de más. No dudéis ni un ápice en
hacernos llegar vuestras ideas o propuestas, pues lo que no se le ha ocurrido a
unos bien puede ocurrírsele a otros. Desde “semillas de aventuras” (el
verdadero rolero no terminar de ver una buena película o de leer un buen libro
sin pensar: “Uy, qué aventura saldría de aquí…”) hasta una propuesta de nuevas
reglas sobre algún aspecto, pasando por todo lo que se os ocurra.
· Nuevos dossieres (para los más valientes): ¿Tenéis lo que hay que tener y todo en su
sitio? ¿Sois fieros como jabatos y entregados a la causa? ¿Sabéis ese gran
tema, digno de un dossier, que os apasiona y que aún no se ha tratado como se
merece? ¡Pues manos a la obra! Solos o en buena compañía, podéis dedicaros a
desarrollar un futuro dossier, y que el artículo principal de un futuro número
de los PAB sea obra vuestra. ¿Quién dijo miedo?
· Recopilaciones de materiales interesantes y otras habilidades: incluso si no podéis colaborar
de otra forma, siempre hay alguna forma de poder colaborar. ¿Se os da bien
dibujar? ¡Siempre serán bienvenidas las ilustraciones, y se les dará buen uso!
¿Habéis ido recopilando mapas cartográficos de la época, o ilustraciones,
cuadros e imágenes en general? ¡Hacédnoslas llegar! ¿Habéis encontrado un
documento, estudio o investigación que prácticamente dé pie a nuevos materiales
con un poco de trabajo adicional? ¡Siempre viene bien! ¿Maquetáis documentos
como ningún otro? ¡El próximo número de los PAB será vuestro reto!
· “Evangelización lúdica”: ¡Expandid la palabra, oh, fieles! Hablad a vuestros conocidos del
juego, hacedles saber que los PAB han vuelto con más fuerza que nunca, compartid
estas líneas en las redes sociales. Igual os sorprendéis y algún conocido
vuestro es también un aficionado, y no lo sabíais. Que salimos de debajo del
las piedras.
· El Gran Etcétera: ¡Abrid vuestros cajones de sastre, rebuscad entre vuestras creaciones
(que a buen seguro habrá muchas que aún no han visto la luz del día), coged
pluma de ave, no temáis mancharos los dedos de tinta, cual covachuelista y ya
sabéis: sujeto, verbo y predicado! El límite es vuestra imaginación (y,
conociéndonos, poco límite es ése, pues se trata del principal atributo y
recurso del rolero).
Y mientras escribo estas líneas que estáis
leyendo, las tropas avanzan: con las impresoras aún calientes por el
recientísimo número especial de los PAB que nos ofreció el inédito y largamente
deseado “Las aventuras del capitán
Alatriste” (merced al Jaquetón del
Potro y al Hombre de Negro,
loados sean) ya se están cruzando palabras mayores sobre otro posible número
especial que trajera a nuestras mesas de juego y nuestros corazones el “Limpieza de sangre” y la continuación de
la estupenda “La Conjura Inglesa”;
mentes maquiavélicas y laboriosas trabajan con denuedo para ofreceros el PAB5,
que incluirá –entre muchas otras cosas- un magnífico dossier que nos acercará,
como nunca antes, a un tema postergado por demasiado tiempo: la guerra en el
Siglo de Oro, y específicamente la Guerra de Flandes; un ambicioso conglomerado
de blogs, webs, grupos de Facebook y otros medios digitales está ampliando
constantemente un “anillo de webs” (“Un
Anillo para gobernarlos a todos…” esto… ejém)
que fortalezca y haga permanente la presencia de la afición en la Red; más
mentes, también maquiavélicas y laboriosas, se hallan incluso trabajando ya en
los dossieres de los futuros números de los PAB (cuyas atractivas temáticas nos
permitiréis, por ahora, que permanezcan secretas); y esto es sólo el comienzo...
Así pues, y dado que me hallo entre gente
avisada, ya sabéis: “No queda sino
batirse”
Os estamos esperando. ¡Un paso al frente los
valientes, que se vea que Iberia pare leones! Para contactar con nosotros,
preguntarnos lo que queráis o hacernos llegar vuestras colaboraciones podéis
dirigiros a PAB.colaboradores@gmail.com.
Genuflexión y tres vueltas de sombrero, mis
buenas gentes.
Francisco J. Gómez, A.K.A. El Conde Jayán. Arbitrista
Mayor y Director de los PAB.