sábado, 14 de septiembre de 2013

El gastador

El gastador es el que derriba y construye fortalezas a golpe de pico y pala, allanando el camino para el avance de la artillería durante las marchas. No es un soldado, sino un villano contratado para que con su esfuerzo haga posible defender y expugnar fortalezas. Podía ser un campesino local reclutado por unas monedas, o bien un español que se encuadraba en una unidad al mando de un capitán (que se distinguía por llevar una borla en la jineta). Cuando la cosa iba de cavar trincheras y construir fortificaciones, allí estaban. También disponían las cargas de pólvora y ocasionalmente usaban ingenios explosivos o artificios espeluznantes para matar al enemigo en las entrañas de la tierra, o en el tumulto del asalto a la brecha como defensores arrojando alcancías, barriles llenos de pólvora y clavos y otras armas que hacían mucho daño. Su vida era dura, y sus bajas, en un asedio, podían contarse por miles.

Ilustración del PAB 5 en primicia, por Gonzo Bríos.
El gastador era el más bajo de los oficios militares, junto al de los auxiliares que acompañaban al ejército (como cantineras o prostitutas). No era un soldado, pero se regía por el fuero militar. Esto hacía que las autoridades militares pudieran disponer ajusticiarles si era preciso, y de hecho en los campamentos donde había gastadores podía ponerse una horca, como recordatorio de lo que pasaría si no seguían las ordenanzas. Al no ser soldados, no podían usar armas “propias de esta condición” como eran la espada (símbolo de la milicia), la pica o el arcabuz. Sin embargo, como cualquier villano, podían llevar dagas y aún otro tipo de armas cortas, como machetes o “terciados” (espadas cortas), que sin embargo usaban solo en el caso de encontrarse con el enemigo, aunque su tarea no era enfrentarse a él, y esto recaía en los soldados. El gastador empleaba como armas la pala (llamada zapa) o el pico, entre otros aperos considerados por los soldados como cosas propias de villano. Con ellos, sin embargo, cavaban trincheras, minas, levantaban de la nada baluartes, hacían empalizadas, reforzaban las defensas con trampas… Todas esas labores que, sin embargo, resultaban cruciales en la guerra moderna, y sobretodo en Flandes. “Porque es observación muy antigua de que los castillos se ganan o pierden a golpe de pala”.
Podían ser prisioneros los que llevaran a cabo esta labor, conmutando su pena por años como gastador (una pena similar a la de las galeras), aunque lo normal es que fueran, simplemente, villanos. Hasta 1579, los moriscos del Reino de Granada podían escoger entre pagar la farda (un impuesto especial para sustentar a las tropas que defendían la costa de los berberiscos) o servir unos años como gastadores. Muchos jóvenes moriscos lo hicieron. Tras la expulsión, de hecho, muchos de ellos fueron “sacados como gastadores”. Su destino era incierto, mucho más al cumplir su servicio y licenciarse. Quizá, si conseguían escapar a las autoridades, podrían comenzar una nueva vida en Europa, con una nueva identidad. Posiblemente, fueran conducidos como ganado en galeras y barcos para “devolverlos” al norte de África. Aunque esa tierra, realmente, no tuviera nada de que ver con ellos.

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